HACIA UNA ALFABETIZACIÓN SONORA: LOS «CENTROS TRANQUILOS»

(Ponencia presentada junto con el catedrático de la UPC Francesc Daumal, en la Echopolis Conference, celebrado en Atenas entre los días 29 de septiembre al 3 de octubre de 2013)

Introducción:

Conectar con uno mismo y con el mundo que nos rodea, es una necesidad intrínseca al ser humano, como lo es alimentarnos, desplazarnos o socializarnos.

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Habitación de hotel. Edward Hopper. 1931. Imagen disponible en: http://www.germanposters.de/hopper-edward-hotel-room-1931-g.jpg

Durante muchos siglos, las grandes religiones asumieron esta necesidad haciéndola parte de la experiencia religiosa. Sin embargo hoy la tendencia de la sociedad de los países avanzados apunta hacia el abandono de las tradiciones religiosas. Las iglesias, los templos y los santuarios[[1]], han quedado en muchos casos relegados, olvidados y excluidos como lugares para la reflexión, por tener un vínculo con una determinada religión o modo de vida. Bien al contrario, han pasado en muchos casos a formar parte de la dotación cultural y turística de la ciudad.

La población se ha laicizado y con ello ha perdido el lugar donde conectar consigo mismo y con el mundo que le rodea, a través de la meditación en un espacio diferenciado del exterior ruidoso.

Nuestra investigación propone dotar a las ciudades de un nuevo sistema de equipamientos que resuelvan este problema. Proponemos que la definición de estos espacios urbanos no se realice con base en parámetros urbanísticos o arquitectónicos, sino con base en parámetros acústicos.

Nuestro argumento es que la enorme cantidad de sonidos que genera la sociedad post-industrial, oculta nuestra relación con la realidad, produciendo una clase de destierro psico-intelectual del espacio y del tiempo. Hemos dejado de escuchar nuestro entorno, y con ello hemos perdido una capacidad fundamental del ser humano. Lo más dramático, es que no hemos sido conscientes de esta pérdida. No hemos dejado de oír, simplemente hemos dejado de escuchar, convirtiéndonos en una sociedad analfabeta psico-sonora.

2. La esfera psico-acústica perdida.

La historia del hombre ha sido desde su origen, la historia de la evolución del sonido.

Las primeras hordas de primates compartían una visión del mundo que se escribía caminando y se narraba nombrando. Las danzas y los cánticos constituían la forma más elemental de relación y participación de una cosmovisión psico-acústica y simbólica del territorio.

“Tanto las hordas primitivas como sus sucesores (que tienen la misma procedencia cultural) socializan a sus miembros en una continuidad psicoesférica y sonoesférica en la que existencia y correspondencia mutua aún son dimensiones casi indeferenciables. La sociedad más antigua es una bola mágica pequeña y parlanchina, una invisible carpa de circo que, tensada sobre su “troupe”, viaja con ella. Cada uno de sus miembros está unido con mayor o menor continuidad al cuerpo de sonidos del grupo a través de un cordón umbilical psicoacústico” [[2]]

Pero con el nacimiento de la escritura y la agricultura, el hombre inició un nuevo modo de vida. El neolítico supuso el inicio de una nueva historia: aquella que se fija a un lugar y se transmite con la escritura. El caminar errabundo dio paso a las conexiones entre nodos, y la esfera psico-acústica dio paso al sonido como un elemento cultural sofisticado y estético.

Sin embargo, tras la revolución industrial vivimos una nueva etapa antropológica. La complejidad del sistema territorial de asentamientos y la organización espacial de los usos en la ciudad, ha generado nuevas formas de relación des-georreferenciadas. El desarraigo territorial, cultural y social, nos obliga a realizar una constante y solitaria lectura del sistema-mundo. Una intelectualización agotadora para el último homo sapiens, que necesita nuevas herramientas para su propia auto comprensión.

Hoy el estrés es uno de los principales problemas que sufre la población urbana. Como otros problemas contemporáneos, éste es generado globalmente, aunque afecta localmente a cada uno de los millones de habitantes de las grandes ciudades.

Pero la ciudad como “máquina” siempre ha tenido una gran capacidad de adaptación a través de leyes, instituciones y dotaciones específicas. Por ejemplo ver [[3]]. Por eso hoy es necesario visibilizar desde el ámbito académico esta nueva problemática y proponer una nueva “corrección” que adapte la ciudad a esta necesidad contemporánea de sus habitantes.

3. Parámetros acústicos

Nuestra propuesta sugiere una red de equipamientos urbanos denominados Centros Tranquilos que deberán definirse adecuadamente desde nuevos parámetros acústicos, ya que es el sonido el que más ha variado el paisaje interior de la humanidad, desde que ésta decidió asentarse en las ciudades. [[4]]

Por ello, debe presentarse un enunciado de nuevos parámetros que a nuestro parecer deberían adoptar estos centros dotacionales, para ser diseñados por equipos interdisciplinares constituidos por profesionales de la arquitectura, la ingeniería acústica, la antropología y la psicología.

Una primera aproximación a la cuestión estaría relacionada con el estudio de los distintos rituales que dan pie, en las diferentes culturas, o incluso de manera individual, a recorridos que llevan a un estado de desconexión del entorno. Con base en este estudio, se podrían definir itinerarios sonoros que pudieran darse en distintos espacios sin establecer condiciones previas de edificabilidad, ocupación o altura, dejando que la creatividad de quienes abordasen el proyecto propusieran espacios abiertos o cerrados, amplios o contenidos.

Así, dentro del ámbito acústico, debería abordarse el lugar con un nivel equivalente exterior mejor que el del espacio tranquilo. Es decir que sería aconsejable durante el día un nivel inferior a 45 dBA. Por ello, pueden servir también los vacíos existentes entre edificios, cuando éstos puedan ser edificados. Pero en general, se requiere un entorno con calles peatonales o mejor aún, con elevada pacificación de vehículos regulada por semáforo sonométrico.

A pesar de ello, los aislamientos exigidos al Centro Tranquilo en lo relativo al nivel de Diferencia en fachadas deberá ser superior a 50 dBA en promedio de partes ciegas y huecos, para poder dotar unas altísimas prestaciones sonoras de calma respecto el exterior. Los niveles en patio interior dentro del edificio, en la tipología de claustro mediterráneo, deberían ser inferiores a 35-40 dBA día.

En lo relativo a los tiempos de reverberación límite interior, estos serán siempre inferiores a 0,5 s con independencia del volumen de cada recinto.

4. El caso español: la implantación de Quiet Centers a través de la normativa urbanística municipal.

En toda Europa, la normativa urbanística es la que se ocupa de la regulación jurídica de la distribución de los usos del suelo y de su régimen urbanístico. En el caso español, estas competencias están delegadas en el gobierno regional de las Comunidades Autónomas. Ellas disponen de la capacidad para establecer distintas clases de dotación necesaria para los nuevos crecimientos y para la ciudad consolidada.

En desarrollo de las legislaciones urbanísticas, las Comunidades Autónomas redactan reglamentos que establecen las cuotas de equipamientos o espacios públicos que cada clase de desarrollo urbanístico debe cumplir.

Pero son los Planes Generales Municipales los encargados de establecer la ordenación pormenorizada y la definición de usos específicos en el suelo urbano y en el urbanizable dentro de su competencia territorial.

La normativa del Plan General Municipal define de manera pormenorizada los distintos usos permitidos, compatibles o prohibidos en cada clase de suelo, así como la reglamentación y definición de los parámetros urbanísticos que los regulan.

Las normativas desarrollan ordenanzas para cada tipología edificatoria, de espacio público, dotaciones o infraestructuras.

Así pues, son las ordenanzas municipales las que pueden recoger la definición de un nuevo equipamiento colectivo cuya función fuese la de crear un espacio de recogimiento y sosiego para la ciudadanía. De este modo, sería también la ordenanza municipal la que tendría la capacidad de establecer los parámetros específicos que estos equipamientos debiesen cumplir. [[5]]

Para favorecer su implantación en áreas de ciudad consolidada, se permitiría la compatibilidad de usos dentro de equipamientos o espacios públicos ya existentes, simplemente adaptando éstos a los parámetros proyectuales acústicos que lo definiesen.

Nuestra investigación ha desarrollado un modelo de ordenanza urbanística. De entre todos los parámetros, incluimos aquí los que se refieren a cuestiones acústicas.

Parámetros sonoros:

Para que un equipamiento pueda considerarse un “Centro Tranquilo”, deberán darse las siguientes condiciones mínimas de niveles dia Ld

       En el espacio exterior: 45 dBA

       En el espacio interior: 20 dBA

       En el espacio público o jardín: 30 dBA

Deberá además garantizarse la creación de al menos un ambiente sonoro de cada uno de los tipos definidos por los siguientes parámetros:

       Espacio de llegada: Ld = 35 dBA, T = 0,7 s

       Espacio de transición: Ld = 30 dBA, T = 0,5 s

       Espacio de serenidad: Ld = 20 dBA, T = 0,3 s

Cada uno de estos tipos se podrán caracterizar del siguiente modo[[6]]:

       Espacio de contemplación sonora

       Espacio de reflexión

       Espacio de observación

       Espacio de inspiración

       Espacio del aire

       Espacio del agua

       Espacio del fuego

       Espacio de la tierra

Los espacios interiores dispondrán de paredes y techos aislantes y absorbentes, y los suelos serán amortiguantes de los ruidos de pasos. Los espacios exteriores tipo claustro o patio peristilado podrán disponer de sus propias fuentes sonoras.

Los equipos de climatización serán diseñados especialmente para unas características de exigencia sonora interior similar a la de un auditorio o teatro de ópera, limitándose la velocidad de impulsión en conducto principal a 5 m/s. Deben utilizarse los silenciadores de absorción que se precisen tanto para los ruidos interiores como los exteriores. A su vez se atenderá lo dispuesto por el RITE del CTE.

5. Conclusión.

Llegaríamos a la conclusión de que una vez más, una necesidad surgida de la generación de problemas colectivos de carácter global, podría tener una respuesta en el ámbito local, el más cercano a la ciudadanía y también el más fácil de ser modificado normativamente.

“Las ciudades se han convertido en el vertedero de problemas engendrados y gestionados globalmente. Sus habitantes y representantes electos deben enfrentarse a una tarea imposible, se mire por donde se mire: encontrar soluciones locales a dificultades y problemas engendrados globalmente”[[7]]

Partiendo de esta premisa, nuestra investigación plantea la necesidad de explicitar en el ámbito de la gobernanza local, una nueva necesidad colectiva: la alfabetización psico-sonora como herramienta para conectar a la estresada mujer y al estresado hombre contemporáneo con la realidad del mundo que habita.

Los Centros Tranquilos, serían el nuevo escenario destinado a ayudar a la ciudadanía a pensar y pensar-se. Unos equipamientos que deben definirse principalmente desde parámetros acústicos, y a través de una normativa municipal que facilite la incorporación de estos nuevos tipos de equipamientos para la ciudad.

 

 


[[1]] lugares para la oración y el silencio
[[2]] Sloterdijk P., (1994) En el mismo barco, Siruela, ISBN 84-7844-256-1, Madrid.
[[3]] Por ejemplo: la creación de mercados dio respuesta a la necesidad de abastecerse de comida cuando ésta dejo de producirse en el entorno doméstico; las murallas permitieron la protección y la fiscalización de las relaciones entre el interior y el exterior de la ciudad; las escuelas se ocuparon de la instrucción de los niños cuando la población femenina se incorporó al trabajo industrial en las ciudades; las estaciones de ferrocarril, autobuses y de aviones resolvieron la territorialización del modo de vida urbano;
[[4]] Como antecedente cercano a esta propuesta encontramos el Templo del Silencio, edificio público recientemente construido en la ciudad de Helsinki. Este edificio, de una pulida y sencilla elegancia, fue construido en la plaza Narinkka, dentro del bullicioso barrio de Kamppi por el equipo de arquitectos KS2 Architects. El diseño llevado a cabo por el arquitecto Kimmo Lintula tenía el objetivo de crear un espacio para la meditación en mitad de la ciudad. Sin embargo, aunque la capilla está abierta a todos y aspira a ser multicredo, ésta es luterana. Nuestro objetivo es crear espacios que superen esta vinculación a una determinada religión, haciendo de ellos dotaciones públicas que den respuesta colectiva a la necesidad individual de cada una de las personas que habitan las ciudades.
[[5]] La base normativa que asienta la potestad reglamentaria de las entidades locales en la que apoyamos nuestra propuesta normativa, se apoya en el artículo 140 de la Constitución Española de 1978, los artículos 4.1 a), 49, 84 y 139 a 141 de la Ley 7/1985 de 2 de abril, reguladora de las Bases de Régimen Local, y las distintas legislaciones urbanísticas autonómicas.
[[6] ] Para el desarrollo de esta definición espacial, partimos de la base del estudio realizado por el profesor Francesc Daumal, recogido en su libro Daumal F., (2002) Arquitectura acústica. Poética y diseño,  Edicions de la Universitat Politècnica de Catalunya, SL, ISBN 9788483016381, Barcelona.

[[7]] Baumann Z., (2007) Tiempos líquidos. Vivir en una época de incertidumbre, Tusquets Editores, ISBN 978-84-8383-029-1, Barcelona.

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