ROSA BARBA: EL RETO DE COMPRENDER SU CONTEXTO HISTÓRICO Y DISCIPLINAR.

Capítulo de libro en «El proyecto del Paisaje», editado por Geometría en 2016.

 

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Estudio de visuales del ámbito de actuación del parque metropolitano “Madrid Sur”. Propuesta del equipo C.R.P.P. de Rosa Barba.

En los años 70, un nuevo enfoque histórico y cultural hizo que la sociedad se preocupase por el Medio Ambiente como elemento de atención global. El Club de Roma alertó sobre el peligro de un modelo de desarrollo basado en el consumo de los recursos naturales, y en los combustibles fósiles como fuente de energía.

El correlato urbano hablaba de una ciudad que había explotado, desdibujando el tradicional límite entre lo urbano y lo rural. Así, se ponía en crisis la metodología de análisis y proyectación que la disciplina urbanística había desarrollado desde el siglo XIX, momento en el que fue necesario planificar las grandes ciudades para albergar y ordenar la ingente llegada de una población que abandonaba el campo, para buscar nuevas oportunidades en la ciudad.

Más allá de las técnicas para edificar, las arquitectas y los arquitectos se encontraron en las últimas décadas del siglo XX con la necesidad de crear teorías que les permitiesen transformar el entorno, haciéndolo habitable. Hasta entonces, la medida y composición de las cosas había sido suficiente para transformar el ambiente, proyectándolo hacia el futuro.  Sin embargo, la realidad de las décadas del desarrollismo de los años 60 y 70, inspirado en los preceptos urbanísticos del Movimiento Moderno, mostraba que no eran suficientes las visiones parciales sobre el problema urbano, por mucho que éstas siempre tuviesen pretensión de globalidad. Tampoco eran válidas las propuestas sobre el medio rural que buscaban la eficacia productiva inmediata, ni la ingenua confianza en la capacidad regeneradora de la naturaleza sobre sí misma. Ninguna de ellas resultaban opciones válidas para enfrentar el dilema contemporáneo sobre qué hacer en el conflicto producido por la penetración del espacio urbano, en el antaño diferenciado, espacio rural.

Desde el urbanismo, campo y ciudad habían sido codificados como dos realidades distintas. Los instrumentos propios del urbanismo urbano como edificabilidad, tipologías edificatorias, aprovechamiento o trazados, se antojaban insuficientes para abordar la complejidad de estos procesos. Por ello, el paisaje apareció como el recurso principal para hacer frente a la complejidad, en el entendimiento de que ambas realidades, campo y ciudad, dialogaban en un lugar común.

 

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Estudio de visuales del ámbito de actuación del parque metropolitano “Madrid Sur”. Propuesta del equipo C.R.P.P. de Rosa Barba.

Rosa Barba surgió en este contexto aportando luz y lucidez. Buscó, desde su especialización en urbanismo y planificación, con la visión territorial propia del desarrollo disciplinar en Cataluña, una aproximación al método de intervención en el paisaje, entendido desde su dimensión territorial, y en consecuencia, desde su relación con la estructura física y cultural del territorio. Ésta estructura se basaba en el conocimiento analítico de las variables materiales, alejándose de enfoques más teóricos, propios de otros contextos culturales del ámbito internacional.

Para ella el vínculo del paisaje y el urbanismo se basaba en la convicción de que los problemas del paisaje eran también los problemas de la ciudad y su escala metropolitana. Por eso, la disciplina urbanística era fundamental para interpretar el paisaje y para construir una teoría de intervención paisajística. Sospechaba que el paisaje era la clave que permitía unir urbanismo y medioambiente.

Rosa Barba utilizaba el paisaje como un argumento para el diseño de la ciudad, incorporando además de la zonificación, la tipología arquitectónica o los flujos de movilidad, cuestiones ambientales como la topografía, la geología, la biología o el tiempo.

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Plan Especial de Reforma Interior del casco histórico de Pollença. Rosa Barba y Ricard Pie.

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Plan Especial de Reforma Interior y protección de visuales del casco histórico de Sollèr. Rosa Barba y Ricard Pie.

Afrontó el tema del medio ambiente, del tiempo y del espacio en la arquitectura, desde el análisis de los elementos cotidianos del paisaje como los ríos, caminos, o vegetación. Evitaba como J. Ryknert, el enfrentamiento campo-ciudad, proponiéndose llevar la naturaleza a la ciudad para que la ciudadanía la disfrutase. Esto sólo sería posible a través del proyecto del paisaje.

Y es que la pregunta lanzada en el ocaso del siglo XX, y a la que Barba dio respuesta era ¿Cómo construir esos paisajes desde la arquitectura?

Esta pregunta suponía una provocación para revisar las herramientas del proyecto, comprobando su validez discursiva y propositiva. Las escalas habituales del proyecto arquitectónico implicaban construcción, mientras que las de la ordenación y el trazado, implicaban estrategias. El paisaje sin embargo, evocaba la memoria que registraban la geología, la biología o la cultura, así como la dirección de los procesos.

La clave del paisaje para Rosa Barba no era su relación con una determinada escala o temática. Para ella suponía un ruido de fondo presente en toda realidad, incluso en aquella más alejada de lo que se podría entender por “natural”.

Mientras desde otras disciplinas como la biología, la geografía, o el arte, se invocaba el paisaje como inspiración, ella decidió construirlo. Su investigación estaba dirigida a la práctica profesional del proyecto y de la ordenación del territorio, como dos realidades distintas. Paisaje como complemento de los argumentos de los arquitectos para convertir los espacios en lugares, otorgándoles valor, y como territorio de los urbanistas que quisieran incorporar el tiempo, como argumento de diseño en la transformación de la ciudad extensa.

Su búsqueda se centraba en las posibilidades del proyecto. Como arquitecta no se quedó en el mero análisis, y cuando analizaba, concluía teorías sobre la metodología del proyecto. Pero para proyectar, necesitaba nombrar los temas del proyecto. Y para poder nombrarlos, tenía que inventar nuevas formas de representación que le permitiesen incorporar estos nuevos elementos, que no es que no existieran, sino que estaban dispersos en otras disciplinas que el proyecto arquitectónico no contemplaba.

Entendía, como Vittorio Gregotti, que el paisaje es la forma del territorio que resulta de la historia de un lugar, un clima o una cultura. Por ello, le interesaba abordar la cuestión del paisaje en todos sus campos, abarcando desde lo conceptual a lo concreto, pero con la intención de vincular el paisaje a la idea del “lugar”. Lugar como el espacio que contiene las huellas de quienes lo ocuparon y transformaron antes, y como señal que se debe incorporar al futuro a través de un proyecto capaz de interpretar ésta señal en el presente.

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Propuesta de nueva implantación y proyecto de la Aldea de la Luz.  Rosa Barba y Ricard Pie.

Si para Rosa Barba los temas del paisaje eran la cultura, la lectura de los signos, las leyes del medio, la urbanización y la construcción, las ideas, la identidad y los límites, la diferencia y la excepción, el tiempo, el agua, la vegetación, la continuidad y la discontinuidad…¿cómo traducir estos conceptos en imágenes? Para poder trabajar en ellos desde la arquitectura y el urbanismo, era imprescindible grafiarlos previamente.

Los elementos del análisis eran el vacío, el lugar, las mallas de caminos, canales, riberas, alineaciones de árboles o correderas, las constantes del paisaje agrícola, las líneas del litoral, los espacios naturales, los ríos, las edificaciones y su ubicación, y el potencial de sus visuales.

La metodología de proyecto propuesta por Rosa Barba y su equipo se apoyaba en una fase previa de análisis del territorio a través de recursos gráficos, en la que la identificación de puntos críticos, áreas, movimientos de fluidos, vectores, imágenes y voluntades, era utilizada como lenguaje en la propuesta final.

Desde esta concepción, el soporte territorial era el punto de partida del paisaje, y la estructura viaria, la articulación del espacio y su condición de visibilidad. Rosa Barba nos hizo comprender que en la proyectación del paisaje, no todo lo que se pisa se ve, ni todo lo que se ve se pisa.

Se trataba en definitiva, de encontrar el encaje territorial de la propuesta a través de la representación de los temas propios del paisaje. Los factores de posición de un territorio expectante, la interpretación de los factores de continuidad y tangencias con los elementos de la ciudad consolidada, la valoración de los niveles de relación de las infraestructuras, o el vacío como elemento capaz de estructurar relaciones territoriales diversas, eran los elementos propios de la inserción del ámbito del proyecto a escala territorial. El análisis del lugar se producía a través de la morfología, como resultado del crecimiento metropolitano y las infraestructuras. Pero también a través del reconocimiento de los elementos físicos, como la parcelación, las canalizaciones, los caminos y edificaciones, o el descubrimiento de la estructura rural como forma de interpretación del vacío.

Antes de que los programas de dibujo en tres dimensiones y los Sistemas de Información Geográfica permitiesen una lectura por capas del territorio, su volumetría y soleamiento, Rosa Barba investigó sobre el modo de leer el paisaje, representarlo y proyectarlo a través del dibujo, el collage y el fotomontaje. No había una intención estética en su dibujo, si bien éste era dramáticamente atractivo. Lo que había era una inquietud por comprender la complejidad del territorio y del paisaje, de la ciudad y del campo, y por encontrar las claves necesarias para poder proyectarlo, cuando la escala física y conceptual se habían ampliado. Su aportación supuso también una ampliación de la mirada sobre los recursos disciplinares que dominaba, y sobre cómo incorporar aquellos que pertenecían a otras áreas de conocimiento. El dibujo supuso en su trabajo, una forma de crear un espacio mental, pero también un espacio disciplinar propio, conquistado con inteligencia y sensibilidad. Desde un riguroso método, propio de su formación como arquitecta y urbanista, incorporó las capacidades del proyecto arquitectónico a una disciplina que comenzaba a definirse.

Abordar el tránsito del proyecto de la construcción de la arquitectura y la ciudad, a la construcción del paisaje como nueva condición de urbanidad, sólo era posible para alguien capaz de moverse en los márgenes de la disciplina, desde los que aún era posible innovar. Rosa Barba, desde una concepción técnica, pero también intuitiva, supo afrontar el reto que su contexto histórico y cultural, formulaban, aportando al mundo profesional y a la comunidad científica, una metodología útil para proyectar.

 

Bibliografía:

Barba i Casanovas, R. (1996). A propósito del proyecto para la nueva aldea de la luz. Geometría (21), 55-47.

Barba i Casanovas, R. (1995). Argumentos en el proyecto del paisaje. Geometría (20), 3-12.

Barba i Casanovas, R. (1996). El proyecto del lugar. Geometría (21), 2.

Barba i Casanovas, R. (1995). El proyecto del paisaje: argumentos, prácticas y trabajos. Geometría (20), 2.

Barba i Casanovas, R. (1996). Paisaje. Entre el análisis del entorno y el diseño del espacio exterior. Geometría (21), 3-16.

Barba i Casanovas, R. (1995). Prácticas en el proyecto del paisaje. Geometría (21), 13.

Barba i Casanovas, R. (1997). Proyectos docentes: el proyecto del paisaje. Geometría (24), 12-15.

Barba i Casanovas, R. (1995). Trabajos de proyecto de paisaje. Geometría (20), 39.

Pié Ninot, R. (2013). Rosa Barba: el dibujo como crónica de un peregrinaje hacia el paisaje. Paisea (27), 50-52.

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